Inestable como yo, se sentaba a pensar lo bizarro de cada cosa que veía. Si al final ella siempre se sintió una niña, siempre iba a ser así. En esos momentos, parecía detenerse el tiempo o al menos así describía ella sus instantes de soledad, como si alguien sacara una foto, y en su memoria recopilara cada una de ellas para no olvidar sus expresiones al pensar en la vida misma, al preguntarse ¿Qué haría después? Si su único plan era no tener un plan; amanecer sin sentido en un intenso sueño ya era rutina, y aunque a sí misma se decía que lo rutinario era convertirse en alguien normal, que acepta todo poco a poco, era esconderse abajo de ese sistema de cotidianeidad que generan, y aunque entendía que su pensamiento de libertad talvez era una utopía, se refugiaba en el "conocer", cualquier forma de conocimiento que jamás nadie podría desechar.
Muchos decían que tanta soledad la volvería loca, pero Violeta no era así. No asentía a todas las voces que hablaban detrás diciendo qué está bien y qué está mal; tampoco las enfrentaba; si hacer razonar a alguien que no razona es tarea de locos, ésa si lo es, decía Violeta.
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